Archivo del autor: Jessica Orellana

EL CHULLA QUITEÑO SAZONA CON SU INGENIO LA RUTINA

Todos en Quito conocen o han conocido por lo menos a un Chulla Quiteño. Para unos es sinónimo de sal quiteña, para algunas mujeres, un galán de “cuidado”.

Aunque se crea que el personaje que caracteriza a la ciudad ha desaparecido, en realidad aun existe. El crecimiento de Quito solo hizo que se traslade a otros sectores. Para Alfonso Espinosa, conocedor de Quito y los quiteños,  el Chulla existe y existirá siempre para recordarle a la capital y al Ecuador, quién es.

El Chulla es un «tipo querendón”, como Espinosa lo describe. “A él le podía faltar, pero no a sus amigos. Siempre invitaba a las cervezas y ponía la cuota para el bautizo del guagua”. Menciona que también era el tipo que conocía a todos, estaba en todas las reuniones, era el punto de cohesión social, el amigo del chulla siempre conocía más amigos.

En 1930 el Chulla vivió en un Quito habitado por 107,192, habitantes según el INEC, y su realidad giraba alrededor de la Plaza de San Francisco, la Plaza Grande y la Plaza del Teatro. Con el transcurrir de los años, la llegada de los chagras y la migración de los habitantes del sur hacia el Centro Histórico provocó que la gente adinerada o en busca de estatus se desplazara cada vez más hacia el norte, pues se creía y se cree que éste sector lo da. De esta manera la ciudad se dividió en dos, Sur y Norte como lo demuestra la película ecuatoriana A TUS ESPALDAS de Tito Jara.

“Quito no es heredera de majestuosidades imperiales, sino que es la unión de varios pueblos que por la expansión fueron uniéndose. Por eso hay varios nortes, por ejemplo el Quito Tenis no es Carapungo y lo mismo sucede en el sur” expresa Espinosa.

La vida de los Chullas que vivieron en la pequeña ciudad que ha quedado en el recuerdo, transcurrió en torno  a la plaza del Teatro, cantinas y billares, donde se pasaban de 6 de la tarde a 12 de la noche, allí giraba su vida social.

Donde socializaban los quiteños se hacía música, teatro, poesía, se tocaba la guitarra, se planeaban las picardías, las bromas más pesadas y las burlas para los chagras. Estas costumbres han sido reemplazadas por salidas a tomar un trago o ir de farra, los lugares que ahora se frecuentan son bares en la Mariscal u otros sectores, y los centros comerciales, donde se pueden encontrar quiteñas todo el tiempo.

Para Fernando Jurado, autor del Chulla Quiteño, libro publicado por Arte y Gráfica Asociados en mayo de 1991,  existieron varios tipos de Chulla. El músico, que contaba con un espíritu bohemio;  el presidente, en cuyo grupo entran Federico Páez, Alberto Enríquez y Galo Plaza; el futre, que era el primero en colgar los guantes para ingresar a la universidad y formar una familia; el intelectual, entre los que constan varios poetas o escritores, que fueron chullas antes que ser lo que determinaba su oficio. En éste grupo se destacó también el Chulla Romero y Flores de Jorge Icaza,  que describe al Chulla de los 14 oficios y las 80 necesidades.

Icaza describe al burócrata ecuatoriano de clase media baja, despreciado por la clase alta, como un Chulla cualquiera según sus palabras. Se caracterizaba por ser tramposo y tenía actitudes estoicas. Menciona en su libro a chullas que no habían comido tres días, pero su ánimo se mantenía igual. Solían ser burócratas de menor grado, mensajeros de juzgados o mecanógrafos de ministerios.

Para Marco Chiriboga, nombrado auténtico Chulla Quiteño por el Municipio en el 2006, la publicación de Icaza, sin embargo es una muestra de resentimiento y una burla, porque no existe un solo tipo de Chulla, “los chullas eran hombres preparados, eran músicos, escritores o poetas, eran ingeniosos no como lo califica la concepción errada actual”.

Para ser un digno Chulla, el quiteño tenía que tener una preparación a lo largo de su vida. Primero se era guagua, segundo chuzo (chiquito), tercero era guambra, cuarto estaba maltoncito, quinto era chullita, en la última fase empezaba a hacerse notar por su ingenio y picardía. Finalmente para ser Chulla tenía que suceder un milagro. El duende de la alegría, el chiste y el espíritu del buen humor, tenía que entrar al alma del chulla y formar parte de él, tenía que suceder un proceso complejo, indescriptible, así lo recuerda Chiriboga, el Chaza como lo apodaron sus amigos.

Y no solo los nacidos en Quito podían ser chullas. Los  extraños, los hijos putativos, adoptados, de Quito también podían convertirse en uno de ellos. Es el caso de Ernesto Albán Mosquera, Don Evaristo , que a pesar de ser ambateño de nacimiento fue un verdadero chulla, así lo considera Marco Chiriboga. “Evaristo Corral y Chancleta era poseedor de ese ingenio para sazonar los ambientes con su característica sal y un artista en todo el sentido de la palabra”, recuerda.

Además de ser un creador de chistes innato, un artista del humor, y poseedor de una agilidad mental impresionante para resolver problemas con su habilidad, el chulla era un galán sin lugar a dudas. En la esquina de la avenida Guayaquil y Esmeraldas, en la antigua Botica Pichincha se reunían los mejores piropeadores del Quito de antaño, recuerda el Chaza. “Un piropo que le dijeron una vez a una chica de la costa fue, monita linda diosito la ha enviado bien yapadita”.

Los que aun se reúnen en la Plaza Grande, nostálgicos la recuerdan más bonita. En 1930, el parque delimitado por el Palacio Arzobispal,  Carondelet y la Catedral, estaba rodeado de rejas que eran cerradas a las 20:00, ahora ya no las tiene, para Rigoberto Castro y Hugo Paz Tamayo, dos chullitas reunidos en la plaza, esa es la razón de su deterioro. “En la tarde vienen vendedores y todo se llena de basura, y cuando hay manifestaciones los primeros en instalarse son los puestos de comida, papas con cuero, chochos, de todo, aprovechando que los municipales no les controlan, luego cuando todo se acaba la gente se va sin recoger sus desperdicios” mencionan.

La nostalgia causada por los recuerdos no borra la sonrisa ni opaca la chispa de sal en los Chullas. A pesar de que la plaza ya no sea la misma de antes, aun conserva su esencia y los sábados se convierte en unos de los escenarios de las Noches Patrimoniales de Quito que acoge a propios y extraños.

Para muchos el Chulla Quiteño aun vive, solo ha cambiado, ya no está en el centro, está en todo Quito, ha evolucionado, ahora usa otras palabras como ‘loco’ o ‘huevón’, se peina y se viste diferente, usa pantalón jean, ya no terno, usa gorra en lugar de sombrero y zapatos deportivos o casuales en lugar de charolados como su antepasado.

¿Y las casas del amor impuro?

Su locación varió mucho: en el siglo XVIII, estuvieron en la Plaza del Teatro, en época de García Moreno en la Loma -la Mama Cuchara fue un sitio de diversión colonial que escandalizó al Obispo Calama- ; en la época de Alfaro y Plaza hubieron dos sitios: el inicio de la calle Chimborazo y por detrás de la Alameda. Luego el Ejido, el Aguarico y las mismas cercanías de la Plaza del teatro, hasta mediados del siglo XX.

Pero al margen de estos grandes sitios interesa también fijar el pequeño habitat, de esos grandes chullas escritores y chullas artistas que hicieron crecer la cultura.

¿Dónde peleó?

Fue la Plaza de Santo Domingo el escenario preferido, cuando el rosario de la aurora salía a las 4 de la madrugada y las primeras beatas alumbraban los últimos resplandores de chispos y de chullas.

Por lo demás, el deambular del chulla trepó por las colinas queridas de Santa Bárbara y San Juan, El Tejar, La Chilena.

¿Dónde dio serenatas?

Donde una reja indicaba que había una quiteña hermosa. Las más bellas estuvieron por las calle García Moreno entre Manabí y Olmedo, en la Cuenca y Mideros, en la esquina sur oeste de la Plaza San Francisco, que habían generado a las Pérez, las Bolgnesi o las Sáenz.

Los poetas decapitados tuvieron sus amores en La Ronda, cerca de la Plaza Grande y en una casa diagonal a la Casa Azul, en Venezuela y Sucre.

Aterrizaje del primer avión en Quito

El 28 de noviembre de 1920 aterrizó el primer avión en Quito.

Primer avión en aterrizar en Quito.

El TELEGRAFO I, Primer avión en aterrizar en Quito.

En un campo de la Hacienda Iñaquito, actual Parque la Carolina, de habilitó un campo de aterrizaje provisional.

La mañana del 28 de noviembre, Elia Liut emprendió vuelo directo de Riobamba a Quito. Mientras tanto en la ciudad capital desde tempranas horas de la mañana grandes grupos de gente se dirigieron a las lomas de la ciudad para contemplar el suceso.

A las 9:30 de la mañana se recibió la noticia de que Liut había pasado por Ambato. Después llegó la noticia de que había aterrizado en Latacunga al confundirla con Quito, levantó el vuelo enseguida. Pasaron algunos minutos antes de que se pudiera escuchar el sonido del motor del avión y ver la silueta del TELEGRAFO I que sobrevolaba el cielo quiteño.

La entusiasmada multitud que lo recibió en el campo de Iñaquito le dio el apodo de «Cóndor de los Andes».

A partir de éste hecho, el gobierno decidió finalmente crear organizar una Escuela Militar de Aviación y contratar a Elia Liut para dirigirla.

Estadio Olímpico Atahualpa

Su primer nombre fue estadio Olímpico. Fue inaugurado en noviembre de 1951 para la práctica de fútbol, el deporte de mayor popular entre los quiteños.

“El título de chulla quiteño se lo gana en la arena del ingenio“

Quito es el amor más grande de Humberto Jácome Harb.

“Para ser chulla hay que tener una sutileza, una agilidad mental, y una serie de condiciones que no cualquiera tiene.

El chulla no era un contador de cachos, era un creador de chistes. “El título se lo gana con esa chispa de sal quiteña, el ingenio, y la habilidad para contar buenos chistes. El título de chulla se lo da la gente ,él jamás dice que lo es, porque es sencillo.  Un título en un cuadro que diga que es chulla quiteño, no lo hace, eso es una barbaridad, uno no se inscribe para ser chulla“.

A más de esto era un conquistador innato sin lugar a dudas. Las chiquillas los inspiraban para decir piropos improvisados, el chulla jamás se aprendió un piropo de memoria.

Humberto Jácome es un buen contador de chistes, en su juventud fue un galán, intercambió cuatro veces anillos, es pianista y ama a Quito por sobre todas las cosas. A pesar de poseer todas las características de un chulla y haber sido nombrado auténtico chulla quiteño por el Municipio en el 2008 no se considera uno. Quito es de los grandes amores de su vida “por no decir el más grande“.

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Parque la Alameda

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Ubicación: Centro del Distrito, dentro de un triángulo comprendido por la avenida Gran Colombia y las Calles Sodiro y Guayaquil.

La Alameda» es el parque más antiguo de Quito, conocido antes por los indios como «chuquihuada» (en quichua, punta de lanza); está ubicado en la parroquia San Blas, en el centro de la ciudad, ocupa una superficie de 6 hectáreas cerradas por las avenidas 10 de Agosto, Gran Colombia y la calle Luis Felipe Borja.

La Alameda es un sitio que guarda muchos recuerdos.

Allí funcionó hasta principios del último siglo, la Escuela de Bellas Artes de Quito, en medio de una ambiente místico que marcó el arte de la época y se encuentra el Observatorio Astronómico, construido en 1864 durante la presidencia de Gabriel García Moreno. Fue el mejor equipado e Sudamérica y utiliza aun los instrumentos de observación de ese entonces. Ahora, en sus alrededores se asienta la ciudad, los visitantes acuden al parque para a descansar o utilizar sus pequeños botes para navegar en el pequeño lago. En el parque, todavía se pueden encontrar fotógrafos quienes retratan a los visitantes con cámaras de antigua tecnología.

Hechos históricos que ocurrieron en el parque Alameda:

En los alrededores del parque, en 1.546, se enfrentaron las tropas del sublevado conquistador español Gonzalo Pizarro con las del virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela durante la «Batalla de Iñaquito». En este sitio descansaron, el 25 de mayo de 1.822, las tropas patriotas de caballería que lucharon en la Batalla de Pichincha, brega que selló la libertad de Quito y sus alrededores.

En la noche del 27 de marzo de 1.906, el presidente Eloy Alfaro asistió, en La Alameda, a un acto político organizado por el grupo de liberales conocidos como la Fonda, para respaldar el respeto a los bosques nativos y apoyar a la instauración de la ciencia. En el acceso sur del parque fue inaugurado, el 24 de julio de 1935, el monumento al Libertador de América, Simón Bolívar; acto que constituyó un verdadero evento político, social y cultural del país.

Recursos ambientales

Aquí puede encontrar árboles de dimensiones importantes, que han resistido al tiempo y a la invasión del cemento. Investigadores botánicos registraron una variedad importante de especies nativas y extranjeras como la acacia, palmera, cedro, fresno, pumamaqui, yaloman, arrayan, eucalipto y magnolia.

Plaza del Teatro

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Cuna de la cultura quiteña

Conocida a mediados del siglo XVI como Plaza de las Carnicerías. Entre 1670 y 1672 se la utilizó para las conocidas corridas de toros de los sábados. En 1786, se construyó en este espacio la primera plaza de toros de la ciudad. Años más tarde en 1867, la legislatura invita a las municipalidades para que construyeran teatros en sus jurisdicciones, es así como en 1886 se inaugura el Teatro Nacional Sucre con su emblemática plaza.

Actualmente, este espacio es testigo de una variada oferta cultural de carácter popular. Tiene una gran capacidad de convocatoria a los eventos al aire libre, que son organizados por la Fundación Teatro Nacional Sucre. En esta también se encuentra el Teatro Variedades Hernesto Albán.

Plaza de San Francisco, maravilla de Quito

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La plaza adorna a la iglesia del mismo nombre. Este lugar es uno de los preferiodos por los turistas, las palomas que han hechos del lugar su hogar deleitan a los visitantes con su vuelo grupal.

Junto a la plaza de encuentra el restaurado Hotel  Casa Gangotena.  Antiguamente esta fue la

mansion de la familia Gangotena. A medida que esta Plaza crecía en importancia en Quito, familias pudientes construyeron bellas mansiones a su alrededor, a fines del siglo XIX Casa Gangotena fue la residencia de varias figuras políticas importantes, entre ellos presidentes y vicepresidentes de la República. Reconstruida en 1926 tras un incendio, el edificio fue designado como «propiedad patrimonio» poco después la capital fue nombrada por la UNESCO como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978.